ESPACIO TEATRAL Y PERCEPCIÓN
Introducion del trabajo de suficiencia investigadora ,
realizada por GOVAL
Antes de afrontar abiertamente la relación que el espacio mantiene con respecto a la percepción del espectáculo teatral, convendría hacer un análisis descriptivo de ambos conceptos por separado, con la intención de que cuando citemos los términos “espacio” y “percepción”, tengamos claro a qué nos estamos refiriendo, dentro de este ámbito artístico como es el teatro.
1.1.- ESPACIO Y ARTE
Toda manifestación artística mantiene con respecto al espacio una singular relación de dependencia, ya que «cualquier actividad cultural necesita de espacio (...) un pergamino sobre el que se escribe, un lienzo sobre el que se organizan los pigmentos, un bloque de mármol que se esculpe...» (TORRIJOS, 1988, 17), la representación teatral como actividad situada dentro del campo de la cultura y el arte, no escapa a este hecho, necesitando pues un lugar, un espacio (escenario) donde dicha representación se desarrolle.
Ahora bien, puesto que toda obra artística, sea del carácter que sea, forma parte de un proceso de comunicación, los espacios físicos a los que nos estamos refiriendo y cuyas fronteras se encuentran en los límites mismos de la obra artística propiamente dicha, (los bordes del pergamino, el marco del lienzo, los umbrales del escenario, etc.) que actúa como emisora, se ven desbordados y ampliados con la presencia del receptor, dando lugar a unas ubicaciones espaciales, donde los espectadores-observadores-lectores entran en contacto perceptivo con las citadas obras, configurando así unos emplazamientos que como los museos, las salas de exposiciones, los edificios teatrales, etc., dan lugar al contexto espacial de la comunicación entre emisores y receptores de la obra artística, un espacio que en el caso del teatro, llega incluso a tener un gran valor sígnico dentro del conjunto de la representación, no sólo por el carácter físico arquitectónico del mismo, sino por la forma en que dentro del citado espacio quedan dispuestas las zonas para la emisión y la recepción (escena, sala), si a todo esto, añadimos un nuevo emplazamiento como es el lugar representado donde los personajes de la acción dramática desarrollan sus acciones, vemos cómo el concepto de espacio dentro del arte teatral llega a adquirir una serie de acepciones y características diferenciadoras que se hacen del todo necesario definir con precisión. Para ello, nos será de gran ayuda responder a una simple y concreta pregunta: cuando hablamos de espacio en teatro, ¿a qué nos estamos refiriendo?
1.2.- ESPACIO TEATRAL, ESCÉNICO Y ESPECTADOR
Como hemos dicho, el concepto de espacio dentro del arte escénico llega a ramificarse en diversos tipos y aspectos, adquiriendo así múltiples calificativos tales como: espacio dramático, escénico, escenográfico, lúdico, textual, interior, romántico, naturalista, simbolista, etc. (PAVIS, 1990, 177-187), es por ello por lo que antes de profundizar en el estudio de este concepto, nos veamos en la necesidad de responder a la pregunta antes enunciada, sobre ¿qué entendemos por espacio dentro del teatro? y configurar un mapa conceptual de las distintas acepciones que nos clarifique su estudio. Para lograr este objetivo nos será de gran ayuda partir del sencillo y simple planteamiento formulado por Erika Ficher-Litche referido a las que para ella son las condiciones mínimas que deben darse a la hora de hablar de teatro, y que pasa por la existencia de un «actor A que encarna al personaje X, mientras el espectador S lo presencia» (FICHER-LITCHE, 1999, 194).
Un planteamiento que reformulado desde un óptica espacial quedaría redactado de la siguiente manera: «En un ámbito espacial E, el actor A que representa al personaje X es observado por el espectador S, situado en un emplazamiento específico P, configurando un conjunto espacial T que acoge las ubicaciones antes citadas» Una reformulación, que desde esa óptica del espacio a la que hacíamos referencia, nos remite a tres ubicaciones diferentes, dos de las cuales que denominamos espacio escénico E y espacio espectador P, corresponderían a los emplazamientos donde se sitúan los emisores y receptores respectivamente, y una tercera ubicación: espacio teatral T, que acoge a las otras dos, formando así un conjunto que aglutina todos los posibles espacios de carácter físico-arquitectónico que se pueden dar en la citada representación teatral, que debidamente organizados, manipulados, configurados e intervenidos, determinarán el espacio escenográfico de la representación.
1.3.- ESPACIO ESCENOGRÁFICO
De una manera muy simple podemos definir el espacio escenográfico como el lugar determinado por la escenografía. Es por ello por lo que un conocimiento de este espacio deba venir precedido por un análisis del concepto de escenografía.
El término escenografía aparece dentro del teatro casi en sus orígenes: la Grecia clásica, donde fue utilizado para definir el arte de adornar el teatro, y el decorado pictórico que resultaba de esa técnica. Con posterioridad, el arquitecto romano Mario Lucio Vitruvio definió la escenografía como el sistema de representación capaz de trazar en perspectiva un edificio (VITRUVIO, 1970, 13).Siglos más tarde, durante el Renacimiento, las reflexiones de Vitruvio en torno a la escenografía fueron recogidas y desarrolladas por Serlio (1545) y expuestas en su libro titulado El second livre de perspective, donde los conjuga con «las experiencias de los artistas italianos que a finales del siglo anterior habían ido convirtiendo poco a poco el escenario en un espacio perspectivo» (NAVARRO, 1996, 338), contribuyendo a dar un gran impulso a la representación espacial en la escena, tanto es así que a la citada representación, terminó por denominarse escenografía y que tuvo como objetivo durante muchos años, hasta prácticamente el siglo XX, el ofrecer al espectador los medios para localizar el lugar de la acción, siendo confundida con el decorado, entendido éste, como ornamentación y envoltura, como ilustración ideal del texto dramático.
Hoy en día esta idea de la escenografía está superada, ya que la misma es tomada como un dispositivo «propicio para iluminar (y no para ilustrar) el texto y la acción humana, para figurar una situación de enunciación (y no un lugar fijo) y para situar el sentido de la puesta en escena en el intercambio entre espacio y texto» (PAVIS, 1990, 173), dando así una respuesta espacial al modelo dramatúrgico elegido. Por ello la escenografía está presente en decisiones que tienen que ver con el tipo de escenario, la disposición del público respecto al mismo, la resolución del espacio escénico, etc., en definitiva, la ordenación y composición del conjunto del espacio teatral, entendido éste, como un lienzo en blanco donde los pigmentos ordenados en formas y colores, en este caso los distintos elementos escenográficos, dan lugar al espacio escenográfico, que será expuesto a la percepción del público asistente a la representación.
1.4.- ESPACIO DRAMÁTICO
Pero el concepto de espacio dentro de este arte no se agota en lo meramente visible, en lo meramente físico-arquitectónico, el espacio también aparece configurado mediante imágenes mentales producidas por el lector de la obra dramática, dando así lugar a una nueva acepción que conocemos como espacio dramático.
Mientras que el espacio escenográfico es visible y concretado a lo largo de la representación por medio de la arquitectura del espacio teatral, la disposición de los espacios escénico y espectador, los decorados, la iluminación, etc., el espacio dramático «es el construido por el espectador para fijar el marco de la evolución de la acción de los personajes, pertenece al texto dramático y sólo es visualizable en el metalenguaje (...) del espectador que se entregue a la necesidad de construcción por imaginación» (PAVIS, 1990, 179), no necesitando por tanto la puesta en escena, ya que la lectura del texto le bastará al receptor para configurar una imagen mental del citado espacio dramático, que toma forma a partir de las acotaciones escénicas del autor y todas aquellas otras indicaciones que referidas a la espacialidad, aparecen en los diálogos o monólogos de los personajes. Esto da lugar a que dichos espacios configurados mediante imágenes mentalmente por el lector, adquieran un elevado nivel de subjetividad, siendo tan variados y múltiples, como variados y múltiples sean los lectores del texto dramático, uno de los cuales es el director teatral, quien será el encargado de transformar la imagen subjetiva, del espacio dramático configurado en su mente, en un emplazamiento físico, visible, correspondiente al espacio escenográfico de la obra que va a representarse.
1.5.- ESPACIO Y DRAMATURGIA
El paso que va desde las imágenes subjetivas de los espacios dramáticos generados mentalmente por los directores teatrales a sus respectivas concreciones visibles en espacios escenográficos, forma parte de un conjunto de decisiones que tomadas por los propios directores vendrán a determinar los distintos modelos de dramaturgias empleadas para la puesta en escena de la obra teatral, dramaturgias que según los postulados de Brecht podríamos definirlas como el estudio de la obra dramática, con el fin de determinar su fábula y el modo de representarla.
Siguiendo las teorías del propio Brecht, los citados modelos dramatúrgicos pueden quedar clasificados en dos formas bien diferenciadas, de un lado tendríamos las denominadas formas dramáticas desarrolladas en el teatro dramático, sinónimo de teatro aristotélico, ilusionista o de identificación (PAVIS, 1990, 37) y por otro las formas épicas utilizadas en el teatro épico conocido en ocasiones como teatro de distanciamiento, extrañamiento e incluso brechtiano (PAVIS, 1990, 46).
Las diferencias entre ambas formas dramatúrgicas son muy notables; basta echar una rápida mirada al siguiente cuadro, que aunque bastante simplificado en relación con toda la teoría brechtiana, deja patente las diferencias que un modelo u otro tiene de representar la fábula teatral.
FORMAS DRAMÁTICAS
Se actúa.
Se envuelve al espectador en una acción escénica.
Se absorbe su actividad.
Se le hace experimentar sentimientos.
Se ofrecen vivencias.
El espectador es introducido en algo.
Sugestión.
Se conservan las sensaciones.
El espectador simpatiza.
El hombre es algo conocido.
El hombre es inmutable.
La tensión aparece desde el principio.
Cada escena está en función de la siguiente.
La acción es creciente.
El pensar determinar el ser.
Expresión de sentimientos.
FORMAS ÉPICAS
Se narra.
Se hace del espectador un observador.
Se despierta su actividad.
Se le obliga a adoptar decisiones.
Se ofrecen imágenes del mundo.
Se sitúa al espectador frente a algo.
Argumento.
Las sensaciones conducen a una toma de conciencia.
El espectador estudia.
El hombre es objeto de investigación.
El hombre es mutable.
La tensión está en todo el desarrollo.
Cada escena tiene sentido en sí.
La acción es oscilante.
El ser social determina el pensar.
Expresión de la razón.
(OLIVA - TORRES, 1994, 383)
Por otro lado, también podemos observar cómo una u otra forma dramatúrgica, llega a producir efectos de ilusión (PAVIS, 1990, 265) o distanciación (PAVIS, 1990, 147) en la recepción del espectáculo por parte del espectador, unos efectos motivados por las distintas maneras de mostrar y narrar el acontecimiento teatral, y concretados en los diversos elementos que intervienen en la puesta en escena, entre los que se encuentran todos aquellos relacionados con el espacio, cuya forma, estructura y disposición están en relación directa con la manera en que el público capta y encuentra el significado de la manifestación artística representada, dentro del proceso conocido como PERCEPCIÓN.
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